Peña Forato, en la sierra de Tendeñera es un escenario alpino espectacular. Roca, nieve y hielo en un ambiente alucinante, en soledad y austeridad pues el sol no se asoma allí ni para decir "joderos que no me vais a probar en todo el día". Allí hay algunas vías con carácter, y junto a Alberto "el potro desbocado de Elgoibar" decidimos aventurarnos en la más clásica para conocer la pared y el descenso. No tenemos referencias de este año así que a la aventura y a probar suerte. La primera ascensión fue realizada por I. Arregui y P. Bayona en 1977 y para ella nos hará falta llevar un juego de alliens, camalots hasta el 2, fisus y 6 tornillos. Después de subir a la cima de Peña Forato para el descenso habrá que continuar en dirección Oeste hasta una evidente canal que baja de nuevo hacia el valle de la Ripera con un rápel opcional para llegar al agujero que da nombre a la Peña.
La idea era llegar a dormir al refugio que se encuentra en la base de la pared. Tanto Alberto como yo es la primera vez que paseamos por este valle y entre la nieve que medio entierra el refu y la oscuridad de la noche resulta imposible distinguir lo que es piedra o refugio y sin mucha búsqueda decidimos dormir bajo una inmensa piedra vivac que a la mañana siguiente veriamos que está a treinta pasos de la cabaña.
A pesar del frío pasamos muy buena noche y al despertar gozamos con la muralla de la Peña Forato ¡excepcional montaña!
Comienza el festival entre roca y nieve cambiante dura, costra, polvo. Las rampas y resaltes se intercalan y entre largos y ensambles ganamos metros a una ascensión que se prevé larga por la necesidad de abrir huella en todas las campas. Aún así el ambiente y el paisaje amenizan un día frío.
Bonitas vistas del Midi d´Ossau
Ya en la cima, tarde y atardeciendo, alucinamos con las vistas del Midi, del Vignemale, del vecino Tozal de la Ripera y comenzamos un descenso que se esperaba más delicado de como se encuentra actualmente. La torpeza de unas manos heladas, que no congeladas, hace que perdamos una cuerda en el único rapel del descenso y la oscuridad de la noche y unos ojos cansados impiden que la encontremos, así que decido quedarme una noche más en el valle, esta vez sí, en el Refugio.
Con la luz del día todo cambia y el escenario helado con cantidad de sueños y de magia reaparece como si nuestro paso por las alturas nunca hubiera sucedido. Nuestra existencia temporal ni se compara con la magnitud de unas montañas que existen y existirán, han visto, ven y verán pasar a todos los enamorados y apasionados de estos paisajes pirenaicos, todavía al margen de la especulación y de la decadencia del ser humano que, como animal gregario, ha decidido apostar por esta sociedad occidental. Entre pensamientos solitarios me acerco a la cueva helada de Peña Forato, recupero la cuerda y vuelta al Valle en búsqueda de vitamina D y B ;-)
Agujeros que dan nombre a la Peña Forato porque Forato o Forau, en las hablas de Aragón, significan agujero. Al llegar a la pista el Sol me regala algunos rayos que masajean mi cara helada. El brillo del agua y sobre todo su sonido me relajan y me seducen en un intento de atraparme en el valle. Encantado vuelvo la vista hacia atrás y me deleito con unas vistas de la Peña Forato que no olvidaré nunca y que en mi cabeza siempre asociaré a esa bonita excursión en compañia de mi amigo Alberto...
Un saludico y hasta la vista alpinistas ;-))